No hay dolor más grande que presenciar la ausencia de un ser querido. Un año de duelo es claramente un sufrimiento.
Todos seguimos sufriendo pero el coraje de las madres, nos reconforta, porque ellas han sido capaces de demostrar que por medio de su trabajo de mediadoras, que llevan en su sangre, son capaces de seguir costurando heridas y sufrimientos de otras familias.
También en recuerdo de todos los familiares que han marchado por esta pandemia que nos ha tocado vivir.
QEPD