El pasado febrero la empresa de negociación electrónica iCan System se convirtió en la primera compañía en resolver un contencioso en un tribunal público utilizando un robot como mediador
La inteligencia artificial (IA) y los robots cada vez avanzan más, tanto que parecen haber entrado en un terreno tan personal como es la mediación internacional. Eso sí, con matices y en un caso muy concreto en el que el acuerdo es monetario.
Fue el pasado mes de febrero cuando la empresa de negociación electrónica iCan System lograron resolver un contencioso en un tribunal público de Inglatera y Gales utilizando un robot de mediador, según la publicación británica Law Gazette.
Graham Ross, abogado, mediador y creador del algoritmo, explicó que la herramienta web SmartsettleONE resolvió un caso la semana pasada en el nuevo Tribunal de reclamos de dinero civil en línea.
En concreto, la disputa consistía en los honorarios impagados por un curso de asesoramiento había estado en el proceso judicial durante tres meses, tras una mediación telefónica fallida. Ross dijo que las partes se habían arreglado dentro de una hora del primer uso de la herramienta.
Una herramienta útil pero que no sustituye la labor del mediador
«Estas herramientas son un gran ejemplo de cómo la ODR (Resolución de Disputas en Línea) debe considerarse no como una amenaza para el trabajo de los mediadores, sino como una gran oportunidad para mejorar el servicio que brindan», anotó Ross.
No obstante, algunos juristas argumentan que, aunque este tipo de tecnología puede ser apropiada para ayudar en pequeñas reclamaciones de carácter financiero, sigue estando muy lejos del tipo de mediación y arbitraje de casos importantes en los que trabajan los principales bufetes del sector.
«En el caso de litigios multimillonarios son necesarias las habilidades de un negociador experimentado con importantes dotes de persuasión para convencer a los implicados de que hagan cosas que no quieren hacer», explican los expertos.
«Un mediador con experiencia es capaz de entender qué les preocupa en realidad a los clientes y, a partir de ahí, intenta pensar en un acuerdo. Hay factores que ayudan a salvar las diferencias», explica Ben Carroll, del departamento de resolución de disputas de Linklaters según anotan en Expansión.