El colegio «Juan Ramón Jiménez«, de Tomares, lleva dos décadas educando en el diálogo para resolver conflictos entre el alumnado.
Le llaman el árbol de vida y esperanza y preside el vestíbulo del colegio de Infantil y Primaria «Juan Ramón Jiménez», de Tomares. Su denominación ya justifica por sí sola su presencia y más aún si lo miramos de cerca, porque sus hojas son los mensajes en papel que los niños y niñas del centro cuelgan a lo largo del curso y que hablan del mundo que quieren, que imaginan o que esperan… Una manera más de hacer partícipe al alumnado de una filosofía docente que ha impreso su sello en toda la comunidad educativa de este colegio en el que, como en otros muchos de Sevilla, viene practicándose la mediación escolar. Pero aquí con una ventaja: la que aporta la dilatada y firme trayectoria con la que cuenta esta iniciativa.
Su directora, Rosa María Sayago, habla con pasión y pleno convencimiento del taller de convivencia en el que se incluye esta actuación con el alumnado, orientada a la resolución pacífica de los conflictos a través del diálogo, facilitando la comunicación entre las partes y propiciando acuerdos o soluciones consensuadas, dejando muy claro, no obstante, que «no se trata de ser policías, chivatos ni la mano derecha de la señorita», como puntualiza una estudiante en el blog del centro.
Aunque la mediación aparece regulada en una orden de la Junta de Andalucía de junio de 2011, en este colegio tomareño la experiencia venía gestándose desde mucho antes. A finales de los años 90, un grupo de trabajo propio, vinculado al equipo de Investigaciones Psicopedagógicas de la Hispalense y al proyecto Save (Sevilla Anti-Violencia Escolar), comenzó a profundizar en programas específicos relacionados con habilidades sociales, inteligencia emocional, empatía y participación, con objeto de abrir cauces para prevenir la violencia en el ámbito de la escuela. Así, en el curso 1996-97 las asambleas de clase empezaron a utilizarse como una vía para resolver conflictos entre alumnos, hasta que en 2006 tanto padres como docentes del centro advierten la conveniencia de formar a escolares para que actúen como mediadores en asuntos que no rebasen sus competencias personales o de responsabilidad. «Aparte de analizar el conflicto, los niños aprenden a expresar y a escuchar los sentimientos de los demás, que es muy importante», explica Sayago, quien hace especial hincapié en los distintos grupos de trabajo, centrados en la formación, que a partir de entonces fueron generándose entre el profesorado para avanzar en este proyecto de mediación en las aulas. Por eso, «cuando se publicó la normativa de la Junta -dice-, para nosotros no fue algo nuevo, ya que teníamos mucho camino avanzado con la cultura de paz, convivencia e igualdad que veníamos impartiendo y haciendo extensiva a todos los sectores de nuestra comunidad educativa».
Noticia completa: Mediadores escolares, los «hermanos mayores» del cole