Pascual Ortuño Muñoz ha sido Magistrado de la sala de Familia de la Audiencia Provincial de Barcelona, y es uno de los participantes como ponente en el I Congreso Acompañamiento y gestión de divorcios de alta conflictividad, los derechos de la infancia, la adolescencia y la coordinación de parentalidad, que tendrá lugar los próximos días 17, 18 y 19 de junio de 2021. Organizado por Escuela de Mediación en colaboración con GEMME, LogosMedia, Universidad UDIMA y AJA (Agrupación de Jóvenes Abogados del Colegio de Abogados de Madrid) Pascual Ortuño es autor de numerosos libros relacionados con la materia a la que se ha dedicado durante tantos años de su vida. En el último de ellos, Hijos Ingratos, analiza las claves para entender los conflictos entre padres e hijos adultos.
Hemos podido hablar con Pascual sobre el panorama actual del conflicto familiar, que debe ser tratado desde un punto de vista multidisciplinar, y en el cual la figura del Coordinador de Parentalidad se hace cada vez más que necesaria.
¿Por qué cree que este tipo de congresos son necesarios para los operadores jurídicos que intervienen en conflictos familiares?
Este tipo de eventos, y concretamente acerca de esta temática tan importante para la salud mental de los hijos e hijas de padres divorciados, es muy necesaria porque nosfalta una cultura de gestión del conflicto familiar. En España particularmente, aunque también lo vemos en otros países, no contamos con una tradición divorcista dilatada.
A pesar de que en los últimos años se han realizado muchos esfuerzos, y que la abogacía también ha emprendido un camino de especialización muy loable, todavía quedan algunas cuestiones que no se han tratado adecuadamente. Por ello, las rupturas de pareja suelen tener un componente emocional y una dimensión de carácter económico y reivindicativo que, al estar mal planteadas desde el inicio, hace que surjan y se incrementen los conflictos, que si hubieran estado bien gestionados no hubieran dado lugar a los problemas que suelen producirse.
Se habla de acompañamiento, ¿es necesario que este sea llevado a cabo por los psicólogos o por abogados?
Yo creo que la conflictividad no es univoca, no viene por una sola razón, puede surgir de muchas causas. Siempre he sido partidario del trabajo multidisciplinar. Cuando hablamos de gestión de conflictos de altaconflictividad, lo fundamental es analizar la génesis de ese conflicto, estudiar la estructura para incidir en los aspectos determinantes que impiden que el conflicto se resuelva de manera dirigida. En algunos casos serán temas jurídicos, en otros psicológicos, económicos…
¿Cuál es el papel del juez en la gestión del conflicto familiar?
El juez fundamentalmente desempeña un papel de autoridad, que la ejerce para hacer comprender a los progenitores que no se trata de una cuestión puramente legal, que no es un tema procesal, que no estamos ante una mera obligación económica o meramente emocional entre los miembros de la pareja, sino que la esencia radica en que hay unos hijos a los que afecta la ruptura y los padres no han sabido gestionarloeste problema de una manera positiva. Si solamente tenemos en cuenta los elementos jurídicos, el impacto en la estabilidad de los hijos puede ser muy nocivo.
El juez debe comprenderque el problema no es sólo jurídico y hacer un pequeño acto de humildad, en el sentido de que no entra dentro de sus capacidades ofrecer una solución favorable para los menores, sino que debe buscar un especialista que pueda ayudar, auxiliarle con los instrumentos técnicos y las competencias que pueda tener. No se trata sólo de decidir sobre el papel, con una resolución, sinoque se ha debuscar una solución. El juez va a estar vigilante, y derivar al coordinador de parentalidad oa instrumentos similares cuando sea necesario.
¿Cuál es su visión sobre la figura del Coordinador de Parentalidad?
Me gusta compararla figura dela Coordinaciónde Parentalidad con la dirección de una orquesta; la persona que asuma esta función no ha de ser el mejor violinista o el mejor pianista, sino que ha de ser alguien que conozca todos los sonidos y que sepa afinar, averiguar qué instrumento desafina o quién no lleva el ritmo.
Usted siempre dice que la presentación de la demanda es una declaración de guerra, pero, ¿qué hacer cuando la comunicación es absolutamente imposible de reconducir, o de iniciar?
Yo creo que salvo en casos de patologías mentales determinadas, o en situaciones de violencia, es posible reconstruir todo. Ahora bien, la reconstrucción nunca va a ser recomponer laspiezas con la fortaleza que tenía antes de que el conflicto estallara. Es un jarrón roto y podemos volver a conformarlo, pero ya será otra realidad. Si las cosas no se han hecho de la forma adecuada, no ha existido esa escuela de padres a la que sería lo ideal que hubiesen acudido para llevar a cabo una ruptura civilizada. Siempre puede llegarse a un mínimo consenso, sobre todo siempre que hay hijos. Si no hay hijos, incluso desde el punto de vista psicológico, es mejor pasar a otra etapa sino hay otros intereses comunes.
La cuestión es que siempre va a haber unnúmero de casos que va a ser imposible reconducir, porque han ocurrido sucesos graves que no es posible obviar y que van a estar allí, como cuando hay violencia o una situación de grave humillación, personalidades narcisistas, trastorno mental… En esos casos, va a ser imposible reconducir el conflicto. Pero en otros muchos, por supuesto que es posible hacerlo.
¿Cree que los derechos de la infancia son respetados en el proceso judicial?
La primera vez que trabajé en estos temas fue en un congreso celebrado en 1996 en Sevilla, y el título de mi ponencia fue “el proceso judicial como maltrato al menor”. El propio proceso en sí es un maltrato, porque sería innecesario. Soy muy crítico con la doctrina incluso del Tribunal Constitucional; defender que los menores tienen que participar en el proceso, es no ser consciente del problema. Solamente debería comparecer si el problema le afecta de manera grave, salvo en estos casos, la presencia de los menores en el proceso judicialse debería evitar.
Recientemente ha publicado un libro sobre conflictos entre hijos adultos y padres. ¿Han aumentado los conflictos? ¿Ha cambiado de naturaleza de los mismos?
La conflictividad entre hijos adultos y padres es diferente en la actualidad. La familia estaba basada sobre unos principios autoritarios que ahora no existen; existía una conflictividad oculta por el respeto reverencial, que no afectivo, hacia los padres. Hoy vemos conflictos de carácter económico, hereditario, que provienen de la forma de educar, que ha cambiado sensiblemente de la familia tradicional a la actual. Se ha educado a los hijos con una excesiva preocupación, intentando solucionar todos sus problemas, haciéndoles creerque los padres iban a ser sus esclavos durante toda la vida.
Usted ha sido magistrado dedicado al Derecho de Familia durante muchos años, ¿Cree que es necesaria la especialización de la jurisdicción?
Me parece una barbaridad que no se haya especializado ya desde hace muchos años. Somos el único país del europeo e iberoamericano que no lo ha hecho, pero aquí sigue siendo la cenicienta de las jurisdicciones, cuando la especialización de los operadores jurídicos que intervienen es totalmente necesaria. Lo que quiere decir es que, con los conocimientos básicos de saber recitar los quinientos temasde la oposición, de los cuales de familia hay cuatro, ya se tiene la capacidad de trabajar en un tema tan sensible, sobre todo para los menores. Estamos viendo tribunales en España donde se completa el reparto de asuntos mercantiles con procesos de familia, y eso es una ignominia.
Lo mismo ocurre con los abogados, pero es muy difícil imponer la especialización en la abogacía. Ahora, por el hecho de terminar la carrera y el master, ya pueden dedicarse a esta materia, sin mayor conocimiento. Y esto es preocupante, porque se tiene todavía la mentalidad arcaica del abogado. Pero antes el abogado, al menos, tenía otra forma de ejercer, con otro sistema de valores. Los abogados eran consejeros, pero ahora que se ha generalizado el abogado tiburón, ganapleitos, que no ve otra dimensión que lo que la ley puede favorecerle a su cliente desde el punto de vista material. Y a menudo se utilizan las herramientas procesales, no para ganar el juicio, sino que lo que se pretende es humillar y vencer al otro.Esta visión, en familia, tiene consecuencias nefastas.
¿Ve útil la figura del abogado del menor?
A mí me parece que es necesaria, es una figura muy interesante. Aquí se intentó configurar con el ministerio fiscal, lo que pasa es que es como una “chica para todo”, en teoría ha de defender al menor y ser el guardián de la legalidad.La intervención del fiscal en los casos de familia debería reconsiderarse y sustituirse por el abogado del menor que debería intervenir siempre que existan contradicciones entre los padres respecto a cuestiones que afecten directamente a los hijos e hijas menores de edad.
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